EL JARDÍN DE PSIQUE

Para todos aquellos curiosos de la Antigüedad, Bizancio y la Grecia Moderna

Andreas Kalvos

Ανδρέας Κάλβος

Andreas Kalvos

Andreas Kalvos nació en Zante (1792) y con posterioridad se trasladó a Livorno (Italia), donde existía una importante colonía griega. En Italia Kalvos se inició tanto en la literatura griega como en la europea.
Sin duda, un momento fundamental en el desarrollo intelectual de nuestro autor será su encuentro con el poeta italo-griego Hugo Fóscolo, para el que Kalvos termina trabajando como secretario. En 1824, en Génova, y en 1826, en París, Kalvos publica respectivamente sus dos grandes colecciones poéticas, Lira (Λύρα) y Lírica (Λυρικά).
Más tarde se establece en Corfú, donde enseñó por breve tiempo en la Academia Jónica. Aislado de los demás, en 1852 decide marcharse a Inglaterra y allí, “en tierra extraña” (εις ξένην γην), lo encuentra la muerte (1869), circunstancia que el propio poeta había esperado que le aconteciera en su tierra patria (véase su oda “El patriota”). Sus restos permanecieron en Inglaterra hasta 1960, año en el que fueron trasladados con todos los honores a Zante.
En lo que se refiere al estilo literario, Kalvos sigue la corriente del clasicismo (referencias a la mitología griega, términos arcaizantes, exaltación de las gestas de antaño – así, por ejemplo, el mismo nombre de sus composiciones, Odas, revela la influencia que sobre él ejerce la poesía lírica de la Grecia antigua).
La sobriedad de la forma no impide, sin embargo, la expresión de la pasión romántica. Su lengua es peculiar, hasta el punto que se la llegó incluso a considerar como “antipoética”.
Kalvos modifica las palabras del griego de su época conforme a la morfología de la lengua clásica, establece unos modelos propios y deja palabras sin contraer. Su estilo es elevado, majestuoso, lírico y, a su vez, épico.
A la hora de componer sus poemas, nuestro autor utiliza una estrofa de cinco versos donde los cuatro primeros son heptasílabos y el quinto pentasílabo.
De entre sus odas, la primera, “El patriota”, es un himno a Zante y la tercera, “A la muerte” está dedicada a la muerte de su madre. Estos son, sin lugar a dudas, los dos grandes amores de los que se vio privado en vida, su patria y su madre.
Todas las otras odas tiene como tema central la Independencia de Grecia: “A la Sagrada Legión”, “A Parga”, “A Quíos”, “A la Musa Británica” (sobre la muerte de Lord Byron).
Griego de la diáspora, nuestro poeta se formó en el extranjero y asimiló elementos de las más diversas corrientes europeas. Influido por el clasicismo de Fóscolo, en sus textos une el arcaísmo con el romanticismo.
La peculiaridad de la lengua de la que se sirve en sus textos se interpretó, en un principio, como el resultado de su larga estancia fuera de Grecia, pero en realidad se trata de una elección consciente, pues el poeta creía que era esta forma lingüística la que debía ser adoptada por el nuevo estado heleno independiente.
Kalvos, hombre de un acendrado amor por su tierra, seduce tanto por su tono poético como por sus temas e ideas. Como poeta decidió convertirse en el bardo de la independencia helena, objetivo para cuya consecución, escribe Odysseas Elytis en su ensayo sobre nuestro autor, “deben movilizarse todas las manifestaciones de la vida, sin exceptuar siquiera la poesía”.
Kalvos canta a la revolución y sueña con el regreso de la libertad al lugar en la que ésta nació. De ahí que Grecia sea “madre de las más dulces esperanzas” (μήτηρ ελπίδων γλυκυτάτων).
La obra de Kalvos no tuvo continuación, tal es así que su propia figura cayó en el olvido durante mucho tiempo. No fue hasta 1888 cuando C. Palamás, al fijar su atención en los poetas del Heptaneso, que había sido pasados por alto por los Fanariotas, saca a la luz al poeta de las odas, redescubriendo su sentimiento patriótico y su griego “desbocado e irregular” (αχαλίνωτον και ακανόνιστον).



O Φιλόπατρις

Ω φιλτάτη πατρίς,
ω θαυμασία νήσος,
Ζάκυνθε· συ μου έδωκας
την πνοήν, και του Απόλλωνος
τα χρυσά δώρα!

Και συ τον ύμνον δέξου·
εχθαίρουσιν οι Αθάνατοι
την ψυχήν, και βροντάουσιν
επί τας κεφαλάς
των αχαρίστων.

Ποτέ δεν σε ελησμόνησα,
ποτέ· ― Και η τύχη μ' έρριψε
μακρά από σε· με είδε
το πέμπτον του αιώνος
εις ξένα έθνη.
 
[...]
 
Ας μη μου δώση η μοίρα μου
εις ξένην γην τον τάφον·
είναι γλυκύς ο θάνατος
μόνον όταν κοιμώμεθα
εις την πατρίδα.

*****

El Patriota

¡Oh amadísima patria,
oh maravillosa isla,
Zácinto! Tú me diste
el aliento y de Apolo
sus dorados dones.



También tú acepta mi himno,
aborrecen los Inmortales
el espíritu, y lanzan sus truenos
sobre las cabezas
de los ingratos.



Jamás te olvidé,
jamás. El azar me arrojó
lejos de ti. Me contempló
el quinto del siglo
entre pueblos extranjeros.

[...]



¡Ojalá no me dé mi destino
en tierra extraña la sepultura:
es dulce la muerte
sólo cuando descansamos
en la patria.

Traducción: Juan Manuel Díaz


Zante / Ζάκυνθος

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